La empatía de Jesús: ¿Dónde están los que te acusan?

 La empatía de Jesús: ¿Dónde están los que te acusan?

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Inicio hoy el análisis y relación de los textos que ya anticipé en el artículo anterior. El proceso será transcribir el texto elegido y relacionarlo después con alguna situación cotidiana en la que se pueda poner de manifiesto la efectividad de la empatía para la resolución de conflictos.

En el artículo de hoy trataremos (Juan 8:4-11):

- Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.
Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?
Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: 
- El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.
Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: 
- Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
Ella dijo: 
- Ninguno, Señor. 
Entonces Jesús le dijo: 
- Ni yo te condeno; vete, y no peques más

Veamos los hechos de este pasaje: 
Mujer sorprendida en adulterio
La ley manda apedrear

Y el MENSAJE de Jesús: 
“El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra”.

Si desmenuzamos la frase de Jesús podríamos ver que lleva implícito varios mensajes:
1. “De acuerdo, la ley dice eso y hay que cumplirla”.  
2. Es el momento de asignar quién ejecuta el mandato.
3. Se entiende que quien lo haga es una persona íntegra, sin mancha, y he ahí la cuestión, ¿quién se considera “sin errores”? en base a esa premisa ¿quién está “legitimado” para hacerlo?

Sin necesidad de juzgar a nadie, los propios acusadores se autodescartan en cuanto reflexionan sobre la pregunta de Jesús. ¿Podríamos decir que el cambio en la postura es consecuencia de una corrección hecha desde la empatía?
 
En primer lugar, Jesús muestra empatía hacia los acusadores, podemos decir que comprende lo que dice la ley de la época y que, por tanto, lo que quieren llevar a cabo está en consonancia con la misma. Es legal. Jesús entiende que quieran hacer cumplir la ley. “La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras”.

Ahora bien, en la segunda parte de su intervención, “el que esté libre de culpa que tire la primera piedra”, que es tanto como preguntar “¿Quién está libre de culpa?” Esta pregunta abierta, neutra, sin juzgar a nadie, les hace caer en la cuenta de la estupidez que están a punto de cometer, lo que lleva a replantearse la situación a cada uno de los acusadores y abandonar así su intención de hacer justicia.

Avanzamos en la parábola y a continuación hay otro hecho significativo:
Jesús se queda sólo con la mujer y le dice: “tampoco yo te condeno”

La mujer está asustada, sigue temiendo el castigo. Jesús de manera empática le dice “tampoco yo te condeno”, lo que se puede entender como “sé que estás asustada”, “quédate tranquila”.

En la segunda parte de su intervención con la mujer, también provoca el cambio en ella al decirle, “y en adelante no peques más”, que lleva implícito que tome conciencia de sus pecados, ¿qué pecados ha cometido? y una clara invitación al cambio.

Afortunadamente hoy, ni se apedrea ni se castiga a nadie por adulterio, sin embargo, sirva de base esta narración para compararla con situaciones cotidianas.

Es muy habitual que juzguemos a hijos, amigos, pareja, compañeros, jefe, políticos, profesionales de cualquier tipo, … Es muy frecuente que nos escuchemos decir frases del tipo: “Él / ella tendría que …”, … hacer..., … decir …, o cualquier otro verbo que encaje con la obligación de realizar una determinada acción o cambio, y como consecuencia de este dictamen cambiamos nuestra actitud o comportamiento hacia esa persona. “He dictado sentencia y le aplico el castigo que merece”:
“Ya no le llamo, a ver si así se da cuenta de que conmigo no se juega”. 
“Le voy a ignorar toda la noche. Para que aprenda”

En ocasiones es todo un colectivo quien decide hacerle el vacío a una persona, ya sea, en la mesa, en una fiesta, en una reunión, en el aula, en el trabajo, ... una indiferencia que genera un enorme dolor en la persona, y socava su autoestima, un aislamiento, que en algunos casos puede derivar en un auténtico caso de acoso escolar, laboral o violencia de género. ¡Cuánto daño podemos provocar con la aplicación de un correctivo!

Nos convertimos en jueces improvisados, nos pasamos la vida juzgando lo que dicen o hacen los demás. Normas escritas o no, que nos llevan a determinar si el comportamiento de alguien es o no adecuado, y en consecuencia aplicamos la condena correspondiente. 

Vamos a ilustrar este tema con una situación ficticia que puede ser habitual en el trabajo y podría a darse de forma similar en familia, en el colegio o en un grupo de amigos: 
El vacío a un compañero de trabajo.

Uno de los empleados de una empresa, al que llamaremos Juan, ha cometido un fallo grave que ha supuesto quejas de los clientes y bronca de los jefes a todos los trabajadores. Desde ese momento, los compañeros le dan la espalda, no perdonan el rapapolvo que se llevaron por su culpa.

Ante esta situación. podemos ponernos en el lugar de las dos partes, es decir, tanto de Juan como de los compañeros, y preguntarnos:
¿Qué lleva implícito el comportamiento de los compañeros? 
¿De qué otra forma podrían actuar?
¿Qué hubieran hecho ellos si hubieran cometido el fallo?

Luis, otro de los compañeros, está tomando un café con Juan y se le acercan varios colegas para decirle:
- Juan cometió un enorme fallo en las previsiones del material que necesitábamos, ha habido quejas de los clientes y nos hemos ganado una buena bronca de los jefes por su culpa. ¿cómo se te ocurre tomar café con él?
Luis contesta:
- Es normal que estemos enfadados por lo que ha ocurrido, ¿quién de nosotros no ha cometido un error en alguna ocasión?, y cuando ha ocurrido ¿qué necesitábamos en ese momento?
- Los compañeros se quedan pensativos, uno de ellos dice, “la verdad es que nos podía haber ocurrido a cualquiera de nosotros “, y se fueron.
- Luis sigue hablando con Juan: “parece que son conscientes de que, aunque jamás debe ocurrir un error de estas características, nos podía haber ocurrido a cualquiera de nosotros.  ¿Qué piensas ahora de esto?”
- Juan contesta, “he tomado buena nota, no volverá a ocurrir y además me disculparé con todos los compañeros”.

Como podemos ver, la empatía puede crear la sintonía necesaria para intentar solucionar un conflicto. En este caso, puede ser el primer paso para poner fin a la relación tensa que se ha creado en la oficina, dejar atrás, asimismo, la falta de comunicación que puede traer aparejada graves consecuencias para todos debido a la pérdida de información compartida y la dificultad para responder en tiempo a las exigencias del día a día, y pasar, por fin, a una comunicación fluida en la que todos aúnan esfuerzos que permitirán detectar y corregir errores que permitan avanzar por el camino adecuado.

Si lo relacionamos con el texto de la mujer adúltera ¿qué similitudes encontramos?

En estas dos frases podemos ver la conexión entre ambas:
- “El que esté libre de culpa que arroje la primera piedra”, y,
- ¿quién de nosotros no ha cometido un error en alguna ocasión?

Estas dos frases pueden marcar el punto de inflexión, en cada caso, ¿Cuál es la enseñanza de Jesús, adaptada al caso concreto de la oficina y extrapolable a cualquier situación cotidiana en familia o sociedad?

Con la empatía, desde la muestra de comprensión a los demás, se crea la sintonía adecuada que facilitará el proceso de reflexión, aprendizaje y cambios necesarios.

¿Qué te parece? Dímelo.
¡Hasta pronto!

Comentarios

  1. Reflexión profunda, y puesta en mi día a día. Es cuchar, no jugar.
    Gracias me ha hecho mucho bien

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  2. Las conductas desviadas hay que corregirlas pero un cristiano se conoce porque es capaz de poner en práctica la corrección fraterna, sin juzgar y haciendo que la persona se sienta comprendida. Gracias a la empatía que se muestra, se le impulsa hacia la reflexión y el cambio. Es una forma indirecta de evangelizar. Actuar con criterios evangélicos en todo momento. Muy buen artículo.

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    Respuestas
    1. Siempre aplicar las palabras y los hechos de Jesús ( el Maestro) nos van a salvar todas las situaciones pero que difícil misión

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